sábado, 10 de septiembre de 2011
Comete tus promesas
Hay veces que no tienes ganas de nada. Que el simple hecho de levantarte de la cama o del sofá ya te da ganas de llorar. Que quieres que todos te hagan caso pero a la vez que te dejen en paz. Que todos los recuerdos bonitos te vienen a la mente y sabes que son los que más duelen. Que te persigue un malestar continuo. Que te das cuenta de que nunca es buen momento para dejar de fumar. Que tienes miedo. Angustia. Que quieres salir corriendo, pero eso te supone demasiado esfuerzo. Huír. Desaparecer. Correr. Pero dejandote la mente en casa, los pensamientos, los sentimientos. Olvidarlos. Tirar todas y cada una de las promesas fallidas, todas esas que llenan un cajón ¡Que digo uno! Dos, tres y hasta cuatro cajones. Sí, mierda de promesas.
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