No te regalaré ese te quiero susurrado al oído. Ni mucho menos. No se me da bien decirlo, y menos mirándote a los ojos. A lo mejor, sin que te des cuenta. Mientras te aislas a otro mundo con la mirada perdida en la nada. Te de un beso. En el hombro. Y después apoye mi cabeza en él. Y en ese momento, créeme, no podría decírtelo mas claro.
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